«Me sorprende coger el capote por lo que pesa, y coge más peso cuando tienes un toro delante», confiesa Román Collado (Valencia, 1993). Matador de toros, torero, taurino hasta las trancas. Fue un niño que se volvió adicto a los toros, que no entendía, no quería saber nada más de este mundo, él quería ser torero, y a torero ha llegado. El primer torero que visita El purgatorio, para hablarle a Urtasun, a los antitaurinos y hasta al torero que esté en el armario y no se atreva a salir.
PREGUNTA. – Quiso ser torero o bombero, o sea, profesiones siempre de riesgo.
RESPUESTA. – (ríe) El riesgo siempre me ha llamado la atención desde pequeño. Pero siempre he querido ser torero, esa es la realidad. Siempre he tenido el típico momento de querer ser futbolista o bombero, como bien has dicho, pero la realidad es que desde que tengo uso de razón he querido ser torero. Y que mi familia no tenía ningún antecedente taurino y prácticamente ni sabían lo que era un toro. Mi madre es francesa, del norte de Francia, entonces imagínate, no había visto una corrida de toros en su vida.
P.- ¿No había un plan B?
R.- Sí, probablemente. Lo que pasa es que llega un momento en el que se volvió una droga, una auténtica droga. Era adicto al toro. Llegaba a mi casa del colegio, solo veía vídeos de toros, estaba en el colegio y toreaba a mis compañeros, me iba a las pizarras y hacía el paseíllo. Entonces realmente creo que llevaba una obsesión, se metió en mi cabeza y yo no veía otra cosa, no concebía otra cosa en mi vida.
P.- ¿Y su familia lo llevó bien?
R.- Mi familia nunca lo llevo bien. Porque al final, que tu hijo quiera ser torero, pues al principio te lo tomas como un juego. «Qué gracioso, que dice que quiere ser torero», pero cuando ya te das cuenta que de verdad que lo que está diciendo es en serio, que apartas prácticamente toda tu vida. Porque al final en mi infancia puse todo de mi parte.
Llegaban los viajes de fin de curso y yo no quería irme de viaje porque lo que quería era entrenar y no podía estar una semana sin entrenar. Mi infancia la dedicaba a torear y no quedaba los viernes con mis amigos por ir a la escuela taurina a entrenar y no salía porque los sábados por la mañana entrenaba. Entonces para mí nunca fue duro para mí porque era me gusta y es lo que lo que yo disfrutaba.
Pero sí que es verdad que entiendo que eso como padre…Y sobre todo cuando ves que llega un momento en el que no estudiaba, o sea, tenía tentaderos, no iba al colegio, imagínate, mi madre, la pobre, era un drama.
P.- ¿Sufren mucho los familiares cuando va a torear?
R.- Sí que se sufre, probablemente mucho más que el propio torero. Pero, fíjate creo que también mis padres sufren mucho todo lo que hay detrás, o sea, el sacrificio. Cuando ves el tema de despachos, que hay muchas injusticias que al final no es solo la corrida en sí, no, es todo lo que hay por detrás. Y ahí lo sufren, y también la cornada, claro. Tengo muchos amigos que no pueden venir, que no vienen a verme torear porque lo pasan mal.
P.- ¿Merece la pena jugarse la vida?
R.- Merece mucho la pena, sobre todo porque al final es lo que en mi caso es lo que me mantiene vivo. Y para mí mi profesión es mi vida, soy lo que soy gracias al toro y al toreo.
P.- Pero usted ha tenido jornadas en que un toro le podía haber quitado la vida.
R.- Sí, claro, son 14 cornadas. De las 14 he tenido 2 cornadas realmente muy graves, sobre todo una que me partió la femoral safena. Y luego, tengo también otra que es la arteria poplítea y me la tuvieron que cortar. Y luego tuve, por ejemplo, un tema en un riñón, que no fue una cornada, fue un golpe, pero que estuve a punto de perder un riñón. O sea, he tenido cosas pero que al final son cosas insignificantes…
P.- No me parecen insignificantes.
R.- No insignificantes, pero esa es la elección que yo decidí, quise ser torero. Es la lección que tomé cuando era pequeño.
P.- ¿Un torero es un artista?
R.- Sí, por supuesto. Al final, lo que estás creando es un arte, y lo que se hace es extremadamente complicado. Lo hablábamos antes, en la previa de la entrevista, sobre los entrenos y demás, al final está todo medido, todo estudiado. Hay mucho trabajo previo. Y luego es como todo, hay algunos que a lo mejor lo expresan de una forma o de otra. Cada uno tiene su propia forma de expresarlo. Pero lo que está claro es que todo lleva un trabajo detrás.
P.- ¿Román Collado qué tipo de torero es?
R.- Considero que todos somos artistas. Yo sí que es verdad, soy un torero que intento no dejarme nada dentro y dar lo máximo de mí, y esa es mi marca, lo que trato de hacer. Aunque no todas las tardes estoy igual, o no todas las tardes tengo el cuerpo listo para dar mi 100%, pero al final lo que trato es que cada vez que salga la plaza pueda dar mi 100%.
P.- ¿No se tiene miedo en la plaza de toros?
R.- Sí, se tiene mucho miedo. El miedo siempre está ahí, pero te preparas. Lo bonito es tratar de vencer ese miedo, que es como una barrera, pero que tú dices «soy capaz de vencerlo». Y al final esa es la mayor satisfacción. Se tiene mucho miedo, lógicamente, al toro, como dice Juncal, al de las patas blancas. Pero luego se tiene mucho miedo al fracaso, miedo a fallar al que ha pagado una entrada para ir a verte. Pues ese miedo, por ejemplo, es muy fuerte.
«Un torero es un artista y lo que crean en una plaza es un arte»
P.- ¿De salud mental cómo va? Y se lo pregunto porque hace bien poco Morante de la Puebla, uno de los toreros más grandes, se ha retirado momentáneamente de la temporada por sus problemas con el trastorno de bipolaridad, asunto que se ha dicho abiertamente. Y leía a Juan Diego Madueño en El Mundo, un reportaje sobre la salud mental de los toreros, y decía que tiene usted un coach.
R.- Es muy importante trabajar la cabeza. Y he trabajado con todo tipo de especialistas, siempre he tenido siempre psicólogos a los que he ido a hacer terapia. Por un tema de que empecé a fallar con la espada, me recomendaron a Javier Portal que es un coach, una persona que fue matador de toros, y me fue muy bien, conseguí solucionar el tema de la espada y a raíz de ahí empezamos a trabajar. En mi caso lo que trabajamos es el tema de la concentración.
Yo soy una persona que estoy en la plaza y de repente me desconcentro con lo que sea. Entonces la cuestión era tratar de mantener la intensidad, y eso es lo que trabajo con ellos. Luego el tema del psicólogo también. Ya te digo, he trabajado años atrás, pero no he encontrado una psicóloga con la que conectar, no la he encontrado o no le he dado pie. Supongo que se consigue a través de muchas sesiones y normalmente me he cansado a las pocas sesiones.
P.- Es Román Collado el primer torero que acude a El purgatorio, un asunto, la tauromaquia, algunas veces atacada, otras veces criticada. Lo último ha sido esa decisión del ministro Urtasun cancelando el Premio Nacional de Tauromaquia.
R.- Le ha salido el tiro por la culata. La realidad es que la gente se ha tomado un poco como de forma vengativa, entre comillas, este ataque y acudido, o por lo menos ha declarado su intención de apoyar la fiesta. Y al final, el mayor apoyo, es ir a las plazas de toros y al final hemos visto que este San Isidro ha sido el mejor ejemplo que ha habido. 16 tardes de no hay billetes, es decir, ha habido 600.000 personas en 23 tardes.
P.- ¿Diría incluso que os les ha venido bien la medida?
R.- Sí, creo que si lo llega a saber lo que hace es subir la cantidad económica del premio (ríe).
P.- ¿Le parece injusto que se asocie la tauromaquia con la derecha española?
R.- Es lo peor que se puede hacer. Al final el toreo no entiende ni de derechas ni de izquierdas, está abierto para todo tipo de ideologías. Se quiere politizar el toreo, pero la realidad es que tú vas a una plaza de toros y te encuentras con todo tipo de gente. Nadie pregunta qué es lo que votas, da absolutamente igual. Esto de politizar me parece un error muy grande que se quiere hacer a la gente. Incluso los propios políticos se quieren apropiar un poco de ello y es el mayor error porque el toro no entiende de colores y el toro, el toreo, sobre todo, es del pueblo al final. Entonces me parece un error muy grande.
P.- Hablando de políticos, ¿Cómo fue aquello con usted y Pablo Iglesias e Irene Montero?
R.- Coincidí con ellos en un concierto en un concierto de Sabina el año pasado, una cosa completamente natural. Entonces los tenía al lado y me daba rabia porque probablemente no sepan lo que es un torero. O sea, no somos tan distintos, al final somos todos iguales. Y entonces estaba ahí con un amigo, y yo toreaba en Madrid a los tres o cuatro días.
Entonces me acerqué a Pablo Iglesias, mi amigo estaba hablando con Irene Montero, y se lo dije, «Pablo soy, soy torero, me llamo Román», la verdad que fue encantador y le comenté que toreaba ese domingo en Las Ventas y me encantaría invitarle. Recuerdo que lo que le dije es que me encantaría sobre todo invitarle a un tentadero para que conozca el mundo del toro, pero desde dentro y que lo pueda conocer conmigo y explicárselo.
Porque yo entiendo que el mundo del toro, cuando se desconoce desde fuera, cuando tú vas una plaza de toros es muy difícil. Como no lo entiendas, al final lo único que estás viendo ahí es que se mata un animal, y eso es el final, entonces lo invité, obviamente pues no acudió. Pero bueno, si yo hubiese ido, me habría encantado, sobre todo para que lo conozca.
P.- ¿Por qué entiende que no se puede ser antitaurino sin conocer los toros?
R.- A mí es que me duele mucho la palabra anti. Para entender, para que te guste el toreo tienes que ser una persona con mucha sensibilidad y entiendo que tú veas una corrida de toros y que a ti no te emocione. Me cuesta creerlo, pero entiendo que no te emocione, que tú veas una buena corrida de toros y aquello no te llene por dentro.
Entonces puede pasar, pero de ahí a ser antitaurino. Oye, tú puedes decir, «mira, yo no lo comparto, no me gusta ir, no voy», no pasa nada, no pasa absolutamente nada. Y eso es lo bonito, eso es lo bueno, no a todo el mundo le tiene que gustar todo. Pero me duele la gente de verdad que es anti, eso es lo que de verdad me molesta.
P.- ¿Pero cree que son antitaurinos porque no conocen ese mundo?
R.- Sí, yo sí que lo creo. La mayoría, probablemente luego habrá alguno que sí que de verdad conozca, pero me extrañaría. Me encanta invitar a los antitaurinos a una corrida de toros. El verdadero problema es que la gente desconoce lo que es el toreo, la gente lo desconoce completamente. Primero, por lo que me has dicho, que se creen que el toreo es de derechas, entonces parece que si eres de izquierda, debes ser anti. Simplemente no lo conoces.
Lo fundamental es a todo aquel que se declara antitaurino invitarlo, acercarlo y que de verdad conozca y ya una vez lo conozca, estoy seguro que la gran mayoría, cambiaría de opinión. Tengo el caso de un íntimo amigo que era íntimo, y que desconocía completamente ese mundo. Y él siempre lo dice, «yo, si no fuese por ti, probablemente sería antitaurino» Por la sociedad o por lo que él tiene metido en la cabeza. Pero lo ha conocido y está enamorado del toreo.
P.- Entonces, a los que hablan de tortura animal y los que califican de asesinos a los toreros, ¿es porque desconocen el mundo de los toros?
R.- Sí que lo creo, eso es lo fácil. Porque es muy difícil entender que yo maté al toro y que a la vez, como he dicho al principio, yo soy lo que soy gracias al toro, se lo debo al toro. Para mí el toro es mi vida, es por lo que yo doy mi vida. Entonces es muy difícil de entender que a la vez digas eso seas capaz de matarlo. O sea, si tanto te gusta, ¿Cómo lo matas? ¿En qué cabeza cabe? O sea, realmente, es de locos si lo piensas. Lo que te quiero decir es que al final es de locos, pero es así porque gracias al toro existe el toreo y se tiene que matar cómo es la vida. Cómo la vida al final acaba con la muerte.
P.- ¿Estaría a favor de una tauromaquia sin matar al toro?
R.- No, ahí se acabaría la esencia del toreo. El problema sería que moriría en un matadero. Entonces, ¿qué hay más puro que un hombre matándolo con una espada? Al final los toros se torean una vez en la vida, si no, como digo, el toro moriría en un matadero.
P.- ¿Lo que nos molesta es ver la muerte?
R.- Vivimos en una sociedad ajena al sufrimiento y a la muerte. Así como la sangre, y en este caso la muerte, no queremos saber sobre ella, la queremos ignorar. Pero es la única certeza que hay, existe la muerte. Hasta los propios niños, a mí me pasaba, no fui al entierro de mi abuelo porque se murió. Entonces no lo puedes ver muy bien, si me moriré yo también cuando me toque, pero no fui.
P.- ¿Cómo ve ahora la situación del mundo de los toros, de la tauromaquia, de la gente, del ambiente en las plazas?
R.- Desde que yo estoy en esto, o sea desde que yo me metí, cuando tenía 12 años, ahora tengo 31, es la vez donde más gente está yendo a los toros. Pero sobre todo, que está yendo mucha gente a los toros, sí, pero el tema es que está yendo muchísima gente joven y al final es la esperanza y el futuro. Y ya te digo, a mí me llama mucho la atención eso, la cantidad de gente joven que ves en los toros. Hijos, amigos, que me dicen que han quedado entre ellos para ir a los toros. Cosa que me choca, yo no quedaba con mis amigos para ir a los toros. Yo quedaba para ir a jugar a los bolos. Ahora la gente quiere apoyar a los toros. Hay esperanza.
P.- Pero es evidente que hay un apagón mediático en torno a los toros.
R.- Eso es duro, porque al final todo lo que no está en los medios parece que no existe, y lo vemos en las redes sociales. Por ejemplo, en Instagram te bloquean la foto para que no se pueda ver, te ponen que es contenido delicado. Luego en YouTube prácticamente todo lo que sean videos de toros queda muy poco, lo eliminan. TikTok, censurado, como salga un toro te bloquean la cuenta. Entonces eso sí que es verdad que es complicado.
Y luego otro tema es que muchos medios pues al final no quieren toreros o todo lo que esté relacionado con el toro. Sí que hemos visto ahora, por ejemplo, en Telemadrid han dado muchísimas corridas de toros, hay muchísimo apoyo también viendo toreros y hay mucho apoyo a la tauromaquia. Luego, yo soy valenciano, la televisión pública valenciana lleva sin dar toros muchísimo tiempo, nada absolutamente de toros. Bueno, pues eso es una pena.
P.- Y la figura del torero, ¿tienen ustedes algo de culpa en que no han sabido hacer una buena defensa de su oficio?
R.- Si es cierto que el torero ha vivido un poco apartado de la sociedad. De hecho a mí me hace mucha gracia porque parece que cuando hablas de un torero que es un hombre del cromañón, parece que ha estado viviendo en una cueva ahí apartado y ese es el torero, y realmente no es así. Somos personas iguales que los demás, pero me hace gracia. Me hace mucha gracia porque cuando hablas de torero, sobre todo se sorprende la gente ajena. Gente que no me conoce, «¿torero?, ¿pero sabe hablar español?»
«A Urtasun le ha salido el tiro por la culata»
P.- ¿Pero le ha pasado, por ejemplo, que tenga una cita romántica y que la chica no sepa que usted era torero?
R.- Sí, sí que me ha pasado. Es difícil ir a la primera cita y que no lo sepa, pero de ligar en una noche y que no lo saben, y cuando se enteran, generalmente lo llevan bien. Pero lo que tú decías de eso de los toreros, es verdad que parece que estamos como apartados, pero no. Si que es verdad que el torero vive mucho en el campo, es como de pueblo, que no tengo absolutamente nada en contra del pueblo, pero está apartado de la urbe.
P.- Por volver al tema del sex appeal y el torero, asunto interesante, ¿es cierto que los toreros ligan mucho? Aquello del atractivo.
R.- El torero pues es como todo, depende de la cara que tengas y de lo sinvergüenza que seas. Pero ayuda, lógicamente, al final el torero llama mucho la atención y liga lo que quiere entre comillas, pero con un poquito de cara. Y luego habrá toreros que no ligan absolutamente nada, pero sí creo que lógicamente lo tiene muy fácil. Lo creo, sí.
P.- Se preguntaba Rubén Amón en su libro El fin de la fiesta sobre una de las zonas más oscuras del mundo de la tauromaquia, ¿cómo es posible que ningún torero haya salido del armario?
R.- Pues yo tampoco me lo explico, tiene que haberlo. Sí salió uno que era pansexual. Te lo juro que a mí me encantaría. O sea, me encantaría tener a mi amigo torero gay. Me encantaría, no lo tengo, pero tiene que haberlos, que realmente tiene que haberlo. En el momento en el que salga un torero del armario, de verdad, lo que pasa es que claro se comentará pues como es lógico. Pero te aseguro que todo lo contrario, me encantaría que saliese un torero del armario, pero para darle normalidad al asunto. Al final aquí no somos más machos que nadie ni nada. Si el toreo es super femenino, al final vamos vestidos entre comillas. Y los gestos que se hacen…
P.- Ahora arranca la temporada de verano para los toreros, hasta octubre, que ya marcháis para América. Donde hay una afición increíble, me decía antes que Perú es el país del mundo donde más corridas se realizan cada año.
R.- No en España, sino en Perú, sí. Bueno, la verdad que América a mí me encanta, he toreado en México, Ecuador, Venezuela, Colombia y Perú. Y Perú sí que es verdad que es más temporada, se torea a la par. Luego lo que pasa es que viene Lima, que es en noviembre, Colombia va una cantidad de gente en Manizales, esa es para mí la mejor feria.
«Me encanta invitar a los antitaurinos a una corrida de toros»
P.- Y ojo a la afición taurina en Francia.
R.- Sí, y en Francia hay grandes aficionados, un público súper sensible y que sabe mucho de toros y que disfruta mucho de las corridas.
P.- A mucha se le romperá la cabeza, el empresario de la Plaza de Toros de las Ventas es francés, Simón Casas, y el tipo que más vende entradas en los toros es peruano.
R.- Al final lo que te dice eso es que el toreo es del mundo. El número uno ahora mismo es peruano, Roca Rey.
P.- Quizá justamente por eso la etiqueta de Fiesta nacional se queda pequeña.
R.- Claro, totalmente. Es que no somos conscientes de lo que tenemos, y además es nuestra identidad. El otro día estuve en Londres, hay un Club Torino en Londres, son 270 socios y son británicos. El 90%. son británicos, y me sorprendió ver que había un chaval inglés, unos 24 años, y el tío que quería ser torero. Se había leído Muerte por la tarde de Hemingway y que le cambió la vida, y no sabía hablar nada de español, lo estaba aprendiendo y me chocó. Una persona completamente ajena a nuestras tradiciones se ha enamorado de ellas, como le pasó a un banderillero que tuve de Alepo, vino desde Siria para ser matador de toros.
P.- A Román Collado lo llaman el torero de las sonrisas.
R.- Sí, me llaman así. Aunque los toreros, entiende, que al final es muy difícil que te salga una sonrisa delante de toro, pero es verdad que soy una persona muy risueña y tengo siempre una sonrisa en la cara.
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